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Perfil Sicológico del Catequista

“Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no se lo concede…..” (Juan 6,44).

Si bien es cierto que la labor del catequista es madurar la espiritualidad del catequizando por ese mandato dado por el mismo Señor Jesús, debe  precautelar el equilibrio inherente a todo ser humano: mente-cuerpo y espíritu. En base a este principio arranca su misión evangelizadora.

En nuestra época se considera de vital importancia la higiene mental. El catequista la necesita y la logra a través de la oración, de un buen examen de conciencia, de lecturas amenas y reservando en el día un momento para descansar o practicar algún hobby que ayuden a desarrollar su creatividad.

Sostiene el papa Benedicto XVI «Uno de los grandes retos a los que os enfrentáis es precisamente la sólida formación religiosa de vuestros fieles, haciendo que el Evangelio quede profundamente grabado en su mente, su vida y su trabajo, de manera que sean fermento del Reino de Dios con su testimonio en los diversos ámbitos de la sociedad y contribuyan a que los asuntos temporales se ordenen según la justicia y se adecuen a la vocación total del hombre sobre la tierra». [1]

¿Cómo humanizar la vida?

Fe y Ciencia se vinculan, no se contraponen. Así la Sicología, ciencia que observa el desarrollo armónico de la persona, es una  herramienta invalorable para el catequista.

Siendo el proceso de formación de la persona  permanente, los catequistas necesitan desarrollar las virtudes humanas de sus catequizandos.

Un catequista debe llegar al corazón del catequizando, estudiar su entorno, lo que le gusta, lo que le aflige, sus necesidades, sus ausencias. Debe entrar en la vida de éste. El ya no es un número más de una escuela, colegio o universidad. En el tema de la fe debe marcarse esa diferencia.

El Catequista hace vida las actitudes de Cristo, por tanto, no es cualquier maestro. Debe comprometerse a hacer una diferencia, a ser admirado e imitado por el niño.

El catequista necesita recibir valores humanos muy sólidos en todos los niveles de sobrevivencia (culturales, sociales, artísticos, morales y transcendentales).

La cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía de valores que transformen evangélicamente a su comunidad.

Consejos Prácticos del Artículo

 

  • Al saludar al niño, joven o adulto ser muy familiares, amables y amigables. Se debe notar una sincera preocupación.

 

  • El desarrollo de la clase de catequesis debe ser dinámica, alegre e interesante. No deben existir espacios de aburrimiento. Para ello hay que dejar al alumno participar también.

 

  • Minimizar las tareas. Tratar de hacer con ellos la mayor parte. Suficiente carga intelectual tienen hoy los niños y jóvenes especialmente, para estar ahogándolos con ¨deberes¨. El amor de Dios no debe causar presiones de ninguna índole. Darle entonces más importancia a los compromisos semanales y a una verdadera entrega a la lectura bíblica que es lo que enriquece la fe del catequizando.

 

  • Hacer lazos o nexos con los padres de los niños y jóvenes para trabajar en una catequesis incluyente. Donde tanto el catequista y la familia del niño hablen el mismo idioma. Hoy la tecnología regala los instrumentos para ese permanente contacto. A los padres les gusta ser tomados en cuenta con un pequeño correo electrónico, con un simple saludo. Un catequista que se comunica tiene poder de convocatoria.
  • El catequista debe tener un scanner y ver en los ojos de sus catequizandos su status sicológico. Es muy fácil para quien tiene este afán de  amar el darse cuenta de que  algo no va bien.

[1]  http://www.aciprensa.com/catequesis/fundamental6.htm

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